Violencia de género

La desigualdad como organizadora del poder: Entre lo público y lo privado

Por Silvana Trotta (*), especial para ArecoCiudad.
Por Silvana Trotta (*), especial para ArecoCiudad.

A diario hay una mujer acorralada entre las paredes de su casa y las paredes de las instituciones que deben bregar por su bienestar, como sujeta de derechos.

La mujer porta el poder de la emocionalidad y la sensibilidad; el hombre el poder de la razón. La pared invisible que los separa, es la desigualdad discursiva de esos dos poderes. La balanza pesa para el lado de la “razón masculina”.

Si bien el origen del patriarcado se estima con el nacimiento de la propiedad privada, como organizador de roles femeninos y masculinos, los ideales de la revolución francesa se encargaron del poder masculino como perpetuador de la heteronormatividad. Empoderar a las mujeres no estaba previsto en los postulados de libertad, igualdad y fraternidad.

Nobleza obliga resaltar la génesis de un poder visceral, histórico que vulnera derechos, pero exige deberes a las mujeres.

En la actualidad, si bien, no sin luchas y resistencias se han conseguido legitimar muchos de esos derechos, todavía pervive en el imaginario y en las prácticas sociales que el “sexo débil” debe atenerse a las reglas marcadas por el universo masculino.

Las prácticas de inequidad, discriminación y violencias a la orden del día y en todas las culturas y clases se visibilizan con más fuerza en estos últimos tiempos. Pero además, las conquistas, parece, dejan muchas mujeres muertas como símbolo de “cállense, quédense en casa o las matamos”.

Lo que se ve a diario es una violencia marcada por el horror que padecen muchas, por el simple hecho de ser mujer. “La maté porque era mía”, “sin mí no sos nadie”, “no valés nada”, “sos una puta”, palabras que llevadas a la práctica cotidiana hacen el germen de la violencia de género.

El género como categoría relacional, es un constructo teórico que visibiliza la opresión de la mujer en “manos” del hombre. Manifiesta los roles estereotipados tanto de un@, como de otr@: La mujer en el ámbito de la reproducción, el hombre de la producción.

No existe, como muchos medios dan a conocer “la violencia de género al revés” (cuando se trata de los pocos casos de hombres maltratados o asesinados por mujeres, en relación a la cantidad de asesinatos de éstas por sus parejas).

La violencia de género, da cuenta de ese poder masculino sobre los cuerpos y las subjetividades femeninas. Pero a su vez interroga y visibiliza esa misma violencia para denunciarla.

En muchas ciudades se alzan voces contra la violencia de género. Se llevan a la práctica acciones concretas para prevenirla y frenarla: las nuevas leyes contra la violencia de género y familiar, las ONG’s, que acompañan a las mujeres en situación de violencia, las comisarías de la mujer y todos aquellos actores sociales implicados y comprometidos para concientizar sobre un flagelo que no es nuevo, sino más visible.

Empoderar a las mujeres, para que reconozcan sus derechos, a través de talleres y consejerías, con personal especializado en la temática, no solo desde lo teórico, sino humanizando los vínculos con las más vulneradas. Es un arduo trabajo que se debe dar de manera interdisciplinaria y sin dobles mensajes. Educar desde niñas a que todas somos sujetas de DERECHO, amerita un cambio cultural que se está imponiendo, no sin cuestionar, que por debajo siguen persistiendo resabios ancestrales que llevarán tiempo transformar. La tarea es ardua, pero no imposible.

 

(*) silvanatrotta@gmail.com

www.expulsadadeleden.blogspot.com

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