El control del cuerpo de las mujeres

¿La publicidad reproduce la realidad?

Por Silvana Trotta (*)

Especial para  ArecoCiudad

La enunciación del tema empieza tratando de indagar en lo que se puede denominar un vacilante mundo cognitivo, representado por una gran variedad de discursos contrapuestos, reales y simbólicos. Al elegir exclusivamente que dice y que muestra la publicidad gráfica en relación a la mujer, se está eligiendo entre varios discursos posibles, en donde es posible visibilizar  la posición de aquellas desde un lugar denostado o privilegiado. La percepción sobre las imágenes es siempre a partir de interjuego entre los comunicadores y receptores de las mismas. Percepción construida y muchas veces naturalizada acerca de lo que se cree que el otro/otra necesita no sólo para consumir bienes materiales, sino también bienes simbólicos. Sumado a esto la tecnología de diseño, como por ejemplo el photoshop, que crea “realidades ilusorias”, al mostrar cuerpos perfectos e imágenes que poco tienen que ver con la realidad cotidiana. Cabría entonces preguntarse, por una realidad paralela, la virtual, y cómo ésta crea estrategias que ponen en juego la subjetividad de las personas.

¿La realidad se reproduce en la publicidad?

Las imágenes publicitarias están repletas de imágenes estereotipadas, ya que al evitar el enfrentamiento dialéctico con las audiencias, necesitan ofrecer una representación de un mundo feliz e ideal. Esto es lo que los creativos de la publicidad conocen con el nombre de  mecanismo publicitario o la nostalgia por el paraíso perdido que se reencarna en la búsqueda de una realidad perfecta y diferente a la propia realidad y que los mismos creadores de imágenes han expresado y reivindicado como un derecho a soñar una tierra prometida (la publicidad, en este sentido, no habla del mundo sino que lo construye, lo simula).

Los personajes y las situaciones que presenta la publicidad aparecen ante nosotros calificados de antemano por la combinación de signos que el creador de imágenes ha realizado. En la publicidad, por ejemplo, no se presentará una mujer, sino una mujer adjetivada, calificada, con una evaluación implícita, de manera que solo reconozcamos  un ser, sino que aceptemos también su calificación.

El mensaje implícito que ofrecen los anuncios donde se esteriotipan los roles sexuales, es que las mujeres no son tan importantes en la sociedad como lo son los hombres: hay un bajo porcentaje de anuncios donde aparezcan las mujeres  con un protagonismo real y efectivo. Sin embargo, esta ausencia no es el único medio de anulación simbólica que la mujer experimente en los medios de masas y en la publicidad.

Existen tres tácticas fundamentales en la representación de la condición femenina: EL  DESCRÉDITO, EL AISLAMIENTO Y EL SOCAVAMIENTO.

EL DESCRÉDITO: Se mantiene en la selección de aspectos más extravagantes o provocativos de los roles considerados típicamente como femeninos: la mujer liberada que es representada como hostil, agresiva y despectiva con los hombres, ergo termina masculinizándose.

EL AISLAMIENTO: se refiere a que ahí, hay  que colocar a la mujer en su sitio, segregarla y ubicarla en la cocina o en el cuarto de baño, atentas a cualquier fallo de la estructura domestica por mínimo que este sea.

EL SOCAVAMIENTO es una forma sutil de minar la imagen de la mujer. La explotación económica del cuerpo femenino entraría a formar parte de esta categoría, bien de forma erótica bajo prácticas  subliminares.

La publicidad opera como VIOLENCIA SIMBÓLICA, sutilmente. La mujer en posición de objeto, y con un claro discurso publicitario dirigido al consumo de las clases medias: La identificación posible con un efecto en los sujetos que, desde la economía de mercado, pasa a ser consumidor pasivo de imágenes y símbolos: metáforas de una vida cotidiana, bastante distante de la mayoría de los ciudadanos.

Pertenecer, tiene sus privilegios…

 

(*) Psicóloga social y Diplomada en Estudios de Sexualidades y Géneros

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