Scioli, al informar sobre la detención de una megabanda de narcotraficantes. La gobernación busca volver a la agenda clásica tras el impacto de la trágica inundación
Mientras
trata de salir del shock que significó la trágica inundación de La Plata, la
Provincia está entrando, a paso raudo, en el tiempo electoral. Lo marca el
almanaque. Falta menos de un mes para que expire el plazo que tiene el gobierno
nacional para convocar a las primarias. ¿Lo hará? Si lo hace, faltan apenas 50
días para cumplir con el requisito de presentar las alianzas o frentes que
puedan formalizar los partidos, y 60 días para elevar las listas de candidatos.
Y consecuente con el calendario, un nítido clima electoral comenzó a instalarse
en los últimos días, recalentado no sólo por un inesperado regreso del verano
sino por la nueva y masiva movilización ciudadana del jueves último.
MENSAJES PARA TODOS Y TODAS
Como
ya ocurrió con las marchas anteriores, la política bonaerense prefiere
detenerse en el rasgo sobresaliente de esas heterogéneas mareas humanas que,
autoconvocadas, copan la calle: la variedad, cantidad y calidad de reclamos
directamente dirigidos al gobierno nacional que expresan esas movidas. Esa es
la lectura que se admite en los ámbitos vinculados al gobierno de Daniel
Scioli, a los intendentes de cualquier signo y -ni hablar- a la oposición.
Pero
a quienes gobiernan en la Provincia -en cualquier estamento- los intranquiliza
lo que no confiesan: que saben que en algunos de los reclamos centrales de
estas movilizaciones -como en el drama de la inseguridad-, la ciudadanía
reparte responsabilidades, aunque esté claro que concentra su mayor cuota de
bronca en lo que rechaza o cuestiona del gobierno de Cristina. Una
concentración que, además, empieza a preocupar especialmente en estos tiempos
electorales, a funcionarios y dirigentes que pertenecen al oficialismo y, más
precisamente, al espacio kirchnerista.
UNIDOS O REJUNTADOS
La
oposición, en tanto, se muestra convencida de que la movilización del jueves
pasado le dejó planteado un inequívoco y urgente reclamo de “unidad”.
Electoral. Para “ganarle al kirchnerismo”. Desde su heterogeneidad, los
mensajes de esas concentraciones son, en rigor, sumamente complejos, y los
analistas señalan que, ciertamente, hay una crítica explícita y dura de esos
sectores ciudadanos a la oposición por su incapacidad para reaccionar y actuar
frente al Gobierno, y que visualizan en su atomización una de las razones de
esa ineficacia absoluta. Pero advierten que no necesariamente por eso “los
indignados” están esperando ni queriendo una unidad que implique “cualquier
rejunte” con tal de ganarle al kirchnerismo. Ni significa que votarán a
cualquier candidato.
Que
la oposición crea que la ciudadanía movilizada le ha dado una especie de
ultimátum para la “unidad”, quizás admita una explicación psicologista.
Vinculada a la culpa. El 18A, a siete semanas de la definición inexorable de
eventuales frentes electorales, encontró a todos los sectores opositores
totalmente disgregados, pero además en medio de duros tironeos y ríspidos
cruces que parecen más encaminados a consolidar distancias y peleas, con miras
a una batalla electoral que los encontrará enfrentados, que a discutir
diferencias en busca de las coincidencias.
DE NARVAEZ Y MACRI, MAS DESUNIDOS QUE
NUNCA
Apoyado
en encuestas que dicen que podría obtener algunos puntos más que la hasta ahora
primera candidata de la Casa Rosada, Alicia Kirchner, Francisco De Narváez
viene dedicando su mayor esfuerzo a ser uno de los fundadores de un presunto
nuevo armado nacional del peronismo disidente, con el cordobés De la Sota y el
sindicalista Hugo Moyano. A nivel bonaerense cree que todos los sectores y
grupos del peronismo que comparten ese posicionamiento -La Juan Domingo, por caso-
se encolumnarán mansamente tras su candidatura, sin necesidad de negociaciones
ni acuerdos.
Y
cree que lo mismo pasará con quienes hasta ahora se alinean en el macrismo,
pero “sin Macri”. De Narváez apuesta, concretamente, a vaciarle el espacio al
porteño a nivel provincial, sin ningún tipo de alianza formal con él. Busca
mostrarse, en suma, como candidato de un “peronismo puro” y espera que, de
cualquier modo, Macri presente un armado -que, hoy por hoy, no tiene un
candidato que mida más de seis puntos-, para ganarle holgadamente en octubre.
Ganarle por lejos al armado de un aspirante a la Presidencia en 2015, se
entiende. Todo, desde su cada vez más explícita “sintonía” con el gobernador
Daniel Scioli que, a su vez y como ya se sabe, jugará orgánicamente con el
kirchnerismo, le reconozcan o no en las listas su imagen y su caudal de
adhesiones en la Provincia.
PARA QUIEN JUGARA MASSA
Mientras
tanto, Sergio Massa, quien desde hace meses alimenta conjeturas sobre una
eventual candidatura propia en octubre por afuera del kirchnerismo, sacudió al
oficialismo con una virulenta embestida sobre Scioli, cargada de críticas a su
gestión tan duras que llevaron al Gobernador a ordenar a un batallón de
funcionarios y legisladores que salieran a contestarle. Muchos conocen las
broncas y reproches que ambos dirigentes vienen alimentando cruzadamente desde
hace tiempo. Pero hace menos de un año, Scioli y Massa se mostraban juntos, con
la intención indisimulada de que “el mundo” creyera que estaban en vías de
formar una “dupla invencible”.
Ahora,
el ataque de Massa sobre Scioli abrió un nuevo y amplio espectro de
especulaciones. Para algunos, es señal de que el tigrense decidió finalmente
ser candidato por un espacio propio -es decir, resolvió enfrentar al
kirchnerismo- y con la andanada sobre el Gobernador largó la campaña. Otros
afirman, por el contrario, que esta semana hubo indicios de que Massa puso en
marcha el armado final de un espacio propio que ofrezca a Felipe Solá como
primer candidato. Los analistas creen que, en el primer caso, Massa podría
concentrar una intención de voto que podría llevar a De Narváez a repensar su
estrategia y unificar, de cualquier modo, el voto opositor en la Provincia,
pero mientras tanto ambos protagonizan una pelea que gana intensidad y dureza.
Y advierten que la otra alternativa repartiría de tal modo el sufragio opositor
-entre las listas de De Narváez, de Solá y del macrismo- que constituiría la jugada
soñada por la Casa Rosada.
Desde
el autodenominado espacio de centroizquierda, en tanto, la “unidad” parece
costar también inmenso trabajo, aunque el presunto “mandato” del 18A apurará
-como es explica en esta misma edición- las gestiones en ese sentido.
Fuente:
EL DIA