Panorama político bonaerense

Tensiones, malestares y efectos indeseados

Mostrarse junto a Macri sin un justificativo válido puede jugar en contra respecto de los conceptos que ya tienen interiorizados los dirigentes del kirchnerismo concentrado.
Mostrarse junto a Macri sin un justificativo válido puede jugar en contra respecto de los conceptos que ya tienen interiorizados los dirigentes del kirchnerismo concentrado.

El inicio de año ligó de una manera más que intensa los avatares de la política y la salud.  La intervención quirúrgica a la Presidenta, anticipada hasta en los más mínimos detalles, contrastó con la sorpresiva indisposición del gobernador Daniel Scioli.  Este fue intervenido prácticamente de urgencia en un sanatorio de Tigre debido a una dolencia que, después se confirmó, era una posible afección pasajera renal.

Salvo aquel triste accidente de la década del noventa, en ocasión de su actividad deportiva motonáutica, no se recordaba algún paso de Scioli por delicadas circunstancias de salud. Razón por la cual, hubo una preocupación en el mundo institucional y político aunque no del tenor de aquella difícil peripecia en plena competencia.

Casi en la víspera de la internación de la Presidenta, Scioli se internaba por unas cinco horas en el marco de una prevención aconsejada por los facultativos que observaron con preocupación sus fuertes dolores abdominales.

Hasta allí lo descriptivo de los hechos sucedidos.  Los más interesados en su salud y quienes dedican su tiempo al análisis político también desviaron su debate y se enfrascaron en improvisados ensayos acerca de las causales de este problema sorpresivo del mandatario.

Desde hace un tiempo relativo algunas corrientes de la medicina convencional empiezan a referirse con mayor profundidad a la somatización, es decir a la influencia psicológica en los malestares corporales.  Incluso, algunos profesionales y corrientes empiezan a ver con cierta atención a la influencia de lo emocional en determinadas convalecencias.

Lo cierto es que en las fronteras entre lo político, emocional y sanitario se señaló como dato no menor la tensión de los últimos días.  Con una transición no tan grata debido a una relación, al menos fría, con el vicegobernador Gabriel Mariotto, pasando por los incidentes ocurridos en Legislatura durante su asunción y la situación de salud de la Presidenta.

Se debe agregar a esto algunas problemáticas rutinarias de la gestión y se tendrá una cantera de posibilidades que pudieron haber influido en esa antipática noticia sobre la salud de Scioli.

Lo cierto es que, del impacto que causó esta noticia, hay que pasar a la forma en que se resolvió mediáticamente este asunto.  Es decir, desde el punto de vista de la imagen, principio vital en la gestión del gobernador.

Al decir de las primeras opiniones recogidas en sectores enojados por otras circunstancias, no habría sido feliz la forma en que Scioli quiso demostrar una pronta y completa recuperación, esto es mediante un partido de fútbol.

El contexto no hubiera sido el más indicado.  En medio de noticias de quitas de subsidios a servicios públicos, hechos de inseguridad en territorio bonaerense -aunque no se mediaticen en extremo- y el incremento de subtes, la exhibición de sus cualidades deportivas no sólo no eclipsaron los inconvenientes, sino que resultaron más resaltados.

La práctica deportiva de mandatarios rescata la estela menemista de la década del noventa.  Es posible que se haya mostrado salud y vitalidad en el mandatario, pero no fue ese el único efecto logrado y dejó en una posición inadecuada a sus asesores de imagen.

Scioli también fue socio en el costo político de Mauricio Macri, presente en ese partido de fútbol.  El jefe de Gobierno porteño hace muy pocas horas hizo una pequeña muestra de lo que sería su política con el servicio de transporte, incrementando un 125 por ciento el boleto de subte, recientemente recibido de la órbita del gobierno Nacional.

En un universo político y social interrelacionado, difícilmente consumidores de medios y ciudadanos pretendan hacer un esfuerzo de diferenciar colores partidarios y a políticos, a muchos de los cuales los ven como miembros de una clase diferenciada.

Si Scioli pensó que no se iba a contagiar, si vale la expresión, de los estilos de Macri, tal vez no haya ocurrido así, de acuerdo con las primeras reacciones de gente molesta contra "la frivolidad de los dirigentes que juegan al fútbol".

El plus del costo político de Scioli puede ser también delicado.  Mostrarse junto a Macri sin un justificativo válido puede jugar en contra respecto de los conceptos que ya tienen interiorizados los dirigentes del kirchnerismo concentrado.

Y en ausencia de la actividad de la Presidenta, debido a una convalescencia, podría significar un agravante sobre el cual tal vez haya que dar explicaciones posteriores.

Fuente: Agencia NOVA

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