La Provincia

Scioli y el mundo K, al borde de una guerra sin retorno

Por Marisa Alvarez

El jueves, más de un habitante de la Gobernación escuchó a Daniel Scioli traducir en palabras el estallido de bronca que le provocó la seguidilla de críticas públicas que vienen desgranando desde hace una semana referentes del kirchnerismo. Y no los sorprendió sólo que expresara en voz alta un enojo que casi nunca deja ver. Les llamó la atención que el Gobernador amagara con salir a responder directa y personalmente los cuestionamientos.

En medio de la embestida, fueron los dichos del jefe de Gabinete de la Presidencia los que parecieron molestarle especialmente. Aquello de que “no defiende el proyecto con el énfasis que nos gusta y eso genera dudas y desconfianza”. ¿Fue por la envergadura institucional de Abal Medina y porque cualquiera sabe que ese funcionario sólo habla cuando se lo pide Cristina y en los términos que ella ordena? Lo cierto es que al día siguiente Scioli, con una precisión inusual cuando aborda críticas, habló expresamente de “ataques” de “estos dirigentes”, a los que no nombró aunque tampoco hacía falta.

La disputa entre el kirchnerismo y Scioli ha alcanzado en los últimos días niveles que parecen colocarla en una categoría superior y de difícil retorno, la de una confrontación entre la Casa Rosada y la Gobernación en términos institucionales y directamente entre Cristina y Scioli en lo político.

Por el lado del kirchnerismo, después del reproche público de la propia Presidenta a los que “no la defienden” y la toman “por idiota”, ya no son soldados como Diana Conti y Carlos Kunkel los que disparan sobre Scioli. Son referentes institucionales del máximo nivel, como el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, el jefe de Gabinete, Abal Medina, y ministros.

Y desde la otra orilla, ya no son solamente los legisladores hipersciolistas los que responden los golpes. Antes de admitir que recibe “ataques de dirigentes” K, el Gobernador había dado un primer paso al responder el reclamo de Cristina afirmando que él tampoco se siente acompañado por quienes se alinean verticalmente con ella. Y luego puso, él también, a su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, y ministros en la primera línea de defensa.

TARJETA ROJA Y TOLERANCIA PERFORADA

Pero además la disputa está alcanzando otra dimensión en los hechos y sus efectos.

Las últimas señales muestran como superada la etapa en que el kirchnerismo parecía buscar con sus embestidas un alineamiento irrestricto de Scioli. Ahora parecen orientadas a expulsar de su seno al gobernador bonaerense, más allá de las formalidades. A mostrar, por lo menos, que está definitivamente afuera del “proyecto”.

Por el lado de Scioli, hay señales de que los últimos “ataques”, según su propia definición, han comenzado a perforar su famosa y supuestamente infinita capacidad de tolerancia, medida en términos de no reacción frente al estímulo.

En su entorno, afirman que la orden de “responder, a partir de ahora, cada golpe”, ya fue dada. Y se preparan para batallas de dureza inédita en esta guerra que, en rigor, es antigua.

LA RE-RE, EL ESCOLLO Y "EL" TEMOR

¿Qué hay detrás de este crecimiento inaudito y de imprevisible final de la confrontación?

Para la mayoría de los observadores, la explicación está en los mensajes de los máximos referentes del kirchnerismo reiterados a lo largo de la última semana: todos ellos mezclaron las críticas al Gobernador con la consigna de que en el espacio no hay otro sucesor de Cristina más que la propia Cristina.

La campaña por la re-reelección parece haberse puesto, en efecto, en marcha en estos días. Pero el kirchnerismo inicia un camino en el que ya hay una piedra: la declarada aspiración de Scioli de postularse para la Presidencia en el 2015.

El tema es cómo piensa remover el cristinismo ese escollo.

Hugo Moyano expuso en público una conjetura que, bajo el formato del rumor, circula desde hace tiempo y del que, justamente, se habló en esta columna el domingo pasado. “La Presidenta quiere que el Gobernador renuncie y lo reemplace Mariotto”, disparó el sindicalista.

Mientras la Casa Rosada se apuraba a desmentir a Moyano, Scioli dejaba en evidencia que, como también se comentó aquí hace una semana, en su equipo anida la sospecha y el temor creciente de que el kirchnerismo pueda intentar una jugada de ese tipo. Sin negar que en el oficialismo existan quienes impulsan su destitución, el Gobernador prefirió afirmar que eso no ocurrirá porque no lo permitirá la ciudadanía. Lo dijo en su estilo, aunque un poco más duro que de costumbre: “la gente está muy atenta para defender la institucionalidad”.

Por lo demás, la audaz expresión de Moyano permitió mostrar que también en el universo kirchnerista hay quienes creen que “alguien” puede estar pensando en destituir a Scioli y que no compartirían una movida semejante. Lo blanqueó uno de los intendentes fuertes e históricos del Conurbano, alineado sin fisuras con la Rosada desde el 2003 y hombre de pocas palabras en público, el jefe comunal de Tres de Febrero, Hugo Curto.

El oficialismo, en fin, parece encaminado a librar una guerra interna decisiva. El problema es que puede llegar a tener a los bonaerenses como blanco de sus daños colaterales.

Fuente: EL DIA

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