La provincia

Conjeturas del tramo final, aportadas por el destino

LA PLATA, Octubre 13.-(Por MARISA ALVAREZ) El imprevisto problema de salud de la Presidenta apareció en el tramo final de la campaña hacia las elecciones legislativas, como esas irrupciones de “el destino” que cambian climas, abren espacio a la incertidumbre y generan dudas y especulaciones sobre su posible incidencia en la predisposición y la opinión de la ciudadanía, y por lo tanto en las tendencias electorales que se venían dando hasta entonces.

El impacto de las secuelas que un accidente hogareño -nunca oficialmente precisado- le provocó a Cristina Kirchner tuvo, en efecto, la dimensión de esos “imprevistos” que, por afectar a una figura como la presidencial -y en medio de una campaña electoral- generan altísima conmoción y obligan, en primer lugar, a revisar estrategias y a definir posicionamientos frente a la “nueva realidad”.

Que se supiera desde un comienzo que se trataba de un inconveniente de salud sin gravedad -más allá de las versiones de todo tipo y calibre que circulan- funcionó como un amortiguador de ese impacto que, sin embargo, no moderó los interrogantes iniciales acerca de su posible influencia sobre las tendencias electorales -en particular en el siempre hipersensible distrito bonaerense-, a partir del “factor emocional” que desencadenan esas situaciones, y de la obligada ausencia de la Presidenta en el resto de la campaña.

SIN CAMBIOS EN LAS AGENDAS

Se produjo, así, un cambio de escenario, que se tradujo en urgentes evaluaciones de los equipos políticos y técnicos de todos los candidatos sobre la situación, sus perspectivas y las posiciones que deberían asumirse. Y la primera e inmediata decisión, más allá de algunas dudas en los primeros instantes, compartida por todas las fuerzas comenzando por el oficialismo -que recibió una instrucción en ese sentido de la propia Cristina-, fue la de no frenar las campañas y mantener las agendas sin cambios.

 

Menos rápidas fueron las conclusiones acerca de la gravitación eventual del escenario signado por la Presidenta con un problema de salud sobre la intención de voto de los ciudadanos y, por lo tanto, sobre la necesidad o no de modificar los ejes de las estrategias de campaña -sobre todo los discursivos.

En medio de múltiples especulaciones, que aportaron tensión y generaron cierto cambio en el clima de la campaña, todos los armados electorales se sumergieron en evaluaciones, que incluyeron consultas con todos los politólogos disponibles, quienes trataban a su vez -infructuosamente, frente a la ansiedad de algunos candidatos- de explicar que para medir la posible influencia del nuevo problema de salud de la Presidenta sobre el voto había que esperar varios días.

“LA” DUDA

La pregunta de oficialistas y opositores, concretamente, es si el hecho de que Cristina tenga que afrontar una nueva complicación en su salud puede generar una “corriente de simpatía y solidaridad” con la mandataria que lleve a un segmento de la ciudadanía que eligió propuestas opositoras en las primarias, a acompañarla ahora mediante un voto por las listas de candidatos del Frente para la Victoria.

Entre indicios y la “intuición” de los políticos, las conjeturas en ese sentido fueron decantando, a lo largo de la semana, en la generalizada convicción de que “nada cambiará sustancialmente”. La mayoría de los analistas sigue sosteniendo que Sergio Massa ganará las elecciones por una brecha del orden de los diez puntos sobre el candidato del FpV, Martín Insaurralde, aunque algunas estimaciones plantean, como “novedad” de los últimos días, una posible reducción de esa diferencia. Y todo indica que no habría que esperar grandes cambios tampoco con relación a las últimas encuestas, que ubican a Margarita Stolbizer en torno de los 11 puntos y a Francisco De Narváez en 6-7 puntos.

UN APOYO NO QUERIDO

Para el oficialismo, con todo, el problema de salud de Cristina vino con un efecto secundario no querido: la asunción interina de Amado Boudou en la Presidencia. Un reemplazo que removió las denuncias y causas abiertas contra el Vicepresidente, sacó a la luz encuestas que dicen que es el dirigente con peor imagen -una consideración negativa del orden del 70%- y abrió un notorio temor entre los candidatos del FpV: que Boudou participe de sus campañas.

La inquietud de dirigentes y candidatos del oficialismo por el papel del Vicepresidente llevó a funcionarios del Gobierno que ejecutan fielmente las órdenes de Cristina a limitar el protagonismo público de Boudou, aún en ceremonias institucionales, en la medida que en estos tiempos esos actos tienen también un ostensible tono de campaña. Y llevó a los memoriosos a recordar que, en el arranque de este proceso electoral, Insaurralde -que es uno de los dirigentes más cercanos a Boudou- le había pedido al Vicepresidente que no lo acompañara en actos de campaña.

¿UN FRANCOTIRADOR QUE NO ESTA SOLO Y ESPERA?

Por lo demás, la situación tampoco alcanzó para suavizar algunas tensiones que anidan en el oficialismo bonaerense. El misil que lanzó el intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo, al afirmar que si fuera vecino de Morón votaría por los candidatos de Massa, no sería el disparo de un francotirador solitario. Tan molestos como él -y al tanto del durísimo planteo que iba a hacer-, por el rol protagónico otorgado por la propia Casa Rosada a Martín Sabbatella y sus candidatos en distritos vecinos al pago chico de ese dirigente “no peronista”, en detrimento de las listas de los intendentes, estarían por lo menos otros dos jefes comunales del oeste del Conurbano. Y los tres habrían avanzado fuertemente en los últimos días en conversaciones con Massa para eventuales “grandes decisiones post-comicios”.(Fuente EL DIA)

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