LA PLATA, Abril 28.-(Por Marisa Alvarez) “La clase política quedó otra vez al borde del agujero negro, que, como tiene más gravedad que masa, cuando te toma un dedo, te aspira entero hasta sus entrañas sin fondo”.
Lo dice un experimentado dirigente del peronismo bonaerense con alto poder de análisis y síntesis. Y lo intuye buena parte de la clase política, sobre todo la parada en la vereda opositora, donde creen que los que más cerca están del borde del agujero negro son “los gobiernos”, sin distinciones de distrito y jurisdicción, pero saben que también ellos están ingresando en zona de riesgo.
Esa lectura -ese temor- comenzó a extenderse al cabo de diez días de vorágine y bochornos políticos de intensidad inusual. Y de enorme importancia institucional, en algunos casos. Casi profético, con la masiva movilización del 18A un segmento sustancial de la ciudadanía salió a subrayar cuáles son sus límites frente a la clase política. Fue la antesala admonitoria de una semana en la que esa dirigencia, sin embargo, hizo todo lo que no debería hacer.
EN EL RING DEL CONGRESO
Con el Congreso de la Nación como ring, el gobierno nacional liquidó la pelea por una reforma en la Justicia objetada por todos los especialistas y cuestionada hasta por el único organismo al que la Casa Rosada escucha en temas vinculados a esa materia, el Cels que conduce Horacio Verbitsky. Incluyó un intento de rara aplicación del reglamento de la Cámara de Diputados, con el que dejó en evidencia que no estaba seguro de tener votos suficientes para aprobar todos los artículos. La siguió con una “desgracia técnica”: el tablero funcionó mal y no marcó dos votos en su favor que no fueron los de Diana Conti y Carlos Kunkel sino los de dos “opositores afines” -es difícil clasificarlos- que habían figurado hasta el final entre los “indecisos”. Y la remató con el jefe de bloque, Agustín Rossi, sujetado entre cinco para que no fuera a trompear a los radicales.
La oposición, aunque aportó algunas exposiciones útiles para un análisis profundo de los proyectos de la discordia, disparó a granel chicanas, insultos y hasta una botella de agua. Y coronó su participación retirándose en masa -con las excepciones de Elisa Carrió, Patricia Bullrich y Graciela Camaño- en medio de la votación de la primera ley. Algunas de las otras normas se aprobaron con 124 votos y, de cualquier modo, siempre es bueno dar las peleas hasta el final.
La semana del “todo mal” clausuró con el ministro de Economía de la Nación, Hernán Lorenzino, y su famoso “me quiero ir” cuando una periodista griega le preguntó por la inflación -cuyo índice oficial ni siquiera recordaba con exactitud- y, fundamentalmente, con la brutal represión en el Hospital Borda a cargo de la policía de Mauricio Macri.
SEÑALES TIBIAS
En semejante contexto, los avances hacia definiciones electorales para el distrito bonaerense fueron casi nulos, aunque se registraron algunas tibias señales.
Sea acertada o no su lectura, la oposición -además de empezar a intuir la cercanía del agujero negro- entiende que buena parte de la ciudadanía está esperando de ella lo que no le da desde hace una década: una opción electoral interesante y de mediana solidez.
En ese marco, el Frente Amplio y la UCR iniciaron conversaciones para una alianza bonaerense que aún enfrenta duras resistencias internas; que difícilmente pueda ser replicada en otros distritos importantes; y que no vislumbra en su horizonte un candidato conocido y atractivo. “Pero al menos comenzamos a reunirnos”, dicen en ambos campamentos.
El peronismo disidente bonaerense aparece más aliviado en materia de candidatos, a la sombra de Sergio Massa y de Francisco De Narváez, ambos con buenos niveles de intención de voto desde hace meses en la mayoría de las encuestas, aunque la cosecha del intendente de Tigre sea definidamente superior a la del diputado. Pero a partir de allí, el panorama sigue aún sumamente complicado.
CANDIDATOS QUE NO SON EN UN ROMPECABEZAS DIFICIL
En rigor, Massa no es por ahora candidato por un espacio que enfrente al kirchnerismo. Pero tampoco se sabe si no lo será. Un misterio que tiende a paralizar las definiciones de varios sectores afines.
De Narváez, por su lado -que seguramente revisaría su estrategia si el intendente de Tigre resolviera finalmente postularse-, busca avanzar en la conformación de un armado electoral que nuclee a todos los grupos del peronismo disidente.
Pero ese rompecabezas no está resultando sencillo de armar. Algunos de esos sectores -como La Juan Domingo, como el ex gobernador Felipe Solá, que ayer lanzó su candidatura en busca de renovar su banca-, además de estar esperando a ver qué resuelve Massa, están pidiendo a De Narváez que se conforme un frente, en el que los lugares en las listas se definan compitiendo entre sí en las internas. Y El Colorado estaría aceptando el planteo con una condición que al resto le suena excesiva: que el piso de votos en la interna para integrar la lista definitiva de candidatos del espacio sea del 30%.
Además, en el peronismo disidente existe opinión generalizada de que ese armado debería sumar al macrismo que -como el Frente Amplio y la UCR- carece de un candidato fuerte. Lo creen casi todos menos, justamente, De Narváez y Mauricio Macri. Con todo, en ese aspecto se estaría verificando una de las primeras señales del “efecto 18A”. Quienes siguen muy de cerca esa relación admiten que siguen sin saludarse. Pero puntualizan que en los últimos días se ha registrado un “cambio de clima”, algo más favorable para la tibieza de los acuerdos que para el frío de las confrontaciones.
En verdad, ese rompecabezas tiene piezas sueltas por doquier. Por caso, De Narváez busca avanzar en un cierre con Hugo Moyano que le aportaría, a partir de los sindicatos que responden al camionero, la estructura necesaria para fiscalizar las 32 mil mesas de votación que se habilitarán en la Provincia. Pero el problema del líder de la CGT anti K es que su hijo Facundo milita entre los que prefieren esperar hasta que Massa se defina antes de decidir dónde jugará.
UNA TREGUA CON FRICCIONES
En el oficialismo, en tanto, se entremezclan las señales que, por un lado, revelan que la Casa Rosada aspira a una tregua en las hostilidades con Daniel Scioli hasta que pase el proceso electoral, y por otro muestran que hay sectores que no quieren o no pueden evitar la persistencia de las rispidices.
Aún decidido a jugar en el seno del Frente para la Victoria, el Gobernador mantiene la estrategia de la “diferenciación”, casi a razón de una por semana. Así, a su admisión de una “inflación del 22%”, que el kirchnerismo asimiló en silencio, sumó -impactado por la fuerza de la movilización del 18A y con alguna percepción del “agujero negro”- una advertencia sobre “la necesidad de escuchar el reclamo de la gente”, cosechando esta vez la réplica furibunda del diputado ultra K Carlos Kunkel, que lo mandó a Scioli a atender “los reclamos de los intendentes” a su Administración. Sin embargo, los cruces terminaron allí, tras una orden de la Casa Rosada. Pero las fricciones reaparecieron en la Legislatura, mientras el Gobernador se sacaba una foto con el ex mandatario chubutense Mario Das Neves, hoy uno de los más duros críticos del gobierno nacional.
La Comisión Candela fue reabierta para investigar la muerte de un testigo - a la que el vicegobernador Gabriel Mariotto no dudó en calificar como “un asesinato”- en la causa del crimen de la niña. Y la semana cerró con la presentación de un proyecto de ley elaborado por senadores ultra K que busca establecer que el Estado maneje integralmente las tragamonedas instaladas en los casinos de la Provincia, y destinado a generar polémica.
No está definida la postura que final y oficialmente adoptará el Ejecutivo sobre esa iniciativa, pero en la Gobernación ya hay voces que señalan que “lo único que hace actualmente el sector privado” es alquilarle las máquinas al Estado y ocuparse de su reparación, mientras que el Gobierno es el que las opera y administra; y alertan que las tragamonedas, que valen 25 mil dólares, deben ser renovadas cada pocos años por desactualización y desgaste, para concluir: “con esa medida, aumentarán fuertemente los costos” para el Estado. Como sea, algo es seguro: la empresa dueña de esas tragamonedas es Boldt SA, y el kirchnerismo va por su contrato con la Provincia, a casi un año de la denuncia del vicepresidente Boudou contra ella en el marco del caso Ciccone. (Fuente: EL DIA)