LA PLATA; Septiembre 08.-(Por Marisa Alvarez) Daniel Scioli y Martín Insaurralde se repartieron los anuncios. El Gobernador, pilar de la campaña en la Provincia, salió a informar que había resuelto cambiar a su ministro de Seguridad y había elegido a “un duro” para el cargo. El candidato fue el encargado de comunicar que se impulsará una baja de la edad para procesar a menores por delitos penales. Sergio Berni completó la movida, con un aval público a esas decisiones que reflejaba en verdad la bendición de la Casa Rosada.
Así, en una misma jornada, el oficialismo ponía en marcha los anuncios más fuertes de este proceso electoral, en una aceptación de que -como clamaban los intendentes del propio oficialismo- la inseguridad fue una de las razones centrales para la derrota en las primarias. Un reconocimiento, también, de que la decisión del ganador de la primera vuelta, Sergio Massa, de colocar ese tema al tope de su agenda de campaña había minado las chances del oficialismo.
Con esos anuncios, en suma, el oficialismo consolidó señales sobre esta problemática que comenzaron la semana anterior, con el desembarco de la Gendarmería en el Conurbano y las grandes ciudades del interior para patrullar las calles.
Y le imprimió, así, uno de los virajes más marcados a sus posicionamientos históricos signados por un fuerte contenido “ideológico”.
En rigor habría que señalar que las novedades no constituyen un viraje de Scioli, que siempre propició endurecimientos de aspectos procesales y penas (aunque hasta el jueves pasado había evitado que el responsable del área fuera un hombre de la llamada “mano dura”). Y hace tres años desarrolló una suerte de frustrada campaña en favor de bajar la edad de imputabilidad de menores.
Pero sí implican un cambio brusco del posicionamiento del kirchnerismo -y puntualmente del gobierno nacional-, que supo ignorar -cuando no cuestionar duramente- aquellos planteos del Gobernador, y rechazó sistemáticamente las posiciones de “mayor severidad”, a las que siempre asimiló a la “mano dura”.
Desde ya, hubo excepciones a esa regla kirchnerista, aunque sólo en el discurso. A comienzos de 2011, la Presidenta, que se aprestaba a buscar la reelección, anunció su apoyo a una eventual baja de la edad de imputabilidad y pidió que el tema se debatiera en el Congreso. Pero en ese ámbito, el propio oficialismo dejó la iniciativa en la nada.
EL ELEGIDO
Lo cierto es que ahora el Gobernador eligió para la planificación de la Seguridad y la conducción política de la Policía a Alejandro Granados, un impulsor de las Policías Comunales, que tiene en su curriculum dos puntos salientes en materia de Seguridad. Fue pionero, y con buenos resultados, en el armado de un esquema municipal para la seguridad que aplica en el distrito que gobierna desde hace dos décadas, Ezeiza. Y sus frases más conocidas las pronunció en 1999, cuando se tiroteó con ladrones que habían entrado a su casa y se lamentó públicamente de no haber tenido buena puntería. “Ojalá les hubiera pegado”, se quejó entonces, cuando también afirmó que era necesario tener un arma”.
Tras el anuncio, circularon conjeturas diversas sobre su designación. Algunas fuentes afirmaron que fue una decisión y una elección de la Casa Rosada, y por lo tanto, una especie de intervención sobre el área más sensible del gobierno de Scioli.
Sin embargo, apenas conocidos los resultados de las primarias, el Gobernador escuchó de boca de varios intendentes la “relación” entre la inseguridad y la derrota, y ya entonces se planteó medidas “con impacto” ciudadano que debían incluir cambios de nombres.
Y si de Granados se trata, el hombre de Ezeiza ya había figurado en una lista de “candidatos firmes” de Scioli cuando éste cambió, hace tres años, la conducción de Seguridad y finalmente se decidió por Ricardo Casal.
LA BALA DE PLATA DE RUCKAUF
Es imposible, en cualquier evaluación de las medidas anunciadas, desvincular estos antecedentes y el contexto actual, con el proceso electoral, el resultado de las primarias y las estrategias de la oposición.
Los memoriosos recordaron en estos días, por lo pronto, aquella campaña -justamente la del año en el que Granados se tiroteó con los delincuentes-, cuando la inseguridad ya era una problemática aguda y el candidato a gobernador del peronismo bonaerense, Carlos Ruckauf, forzó al entonces mandatario provincial Eduardo Duhalde a desplazar a León Arslanián -un declarado “garantista”- del ministerio de Seguridad, y prometió “meter bala a los delincuentes”. Para no pocos analistas, aquella consigna revirtió la tendencia electoral, favorable hasta entonces a la candidata de la Alianza Graciela Fernández Meijide, y le dio el triunfo a Ruckauf.
OCTUBRE Y EL FUTURO
En el oficialismo no esperan ahora pasar de la caída de las primarias a una victoria en octubre. Las encuestas siguen pronosticando un triunfo holgado de Massa. Pero alimentan la expectativa de que el paquete de medidas contra la inseguridad, y otras resoluciones sobre cuestiones clave -como el aumento del piso de Ganancias- achiquen la brecha lo suficiente como para no anularle el futuro político a muchos dirigentes del oficialismo. Esas son las cuentas que sacan, por lo pronto, en el sciolismo.
“UNA MANO ATADA”
Pero no todas fueron buenas para los intendentes peronistas K si de que atiendan sus planteos -como el de la seguridad- en tiempos electorales se trata. “Nos subieron al ring con una mano atada a la espalda”, graficaron Alberto Descalzo, de Ituzaingó, y Julio Pereyra, de Florencio Varela, durante una reunión que mantuvieron a principios de la semana que pasó con funcionarios nacionales. Se referían a las listas colectoras -del sabbatellismo o de Unidos y Organizados-La Cámpora-, para los cargos municipales, que la Casa Rosada habilitó en numerosos distritos. Les hicieron una tibia promesa de gestión. Que evidentemente fracasó. La semana terminó con la inscripción de esas colectoras para los comicios de octubre. El operativo “reparto de boletas cortadas” quedó definitivamente anotado como primer punto de las estrategias de los intendentes. (Fuente: EL DIA)