Por Maxi Pérez (@peremaxi), corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura bonaerense
Se termina una semana de triunfos y papelones para el oficialismo, mientras María Eugenia Vidal conseguía en la Legislatura que avanzara su paquete de “Emergencias”, los cuestionamientos a la permanencia de funcionarios del sciolismo en las segundas y terceras líneas de la mayoría de los organismos volvió a encender luces de alarma hacia adentro del gobierno.
En el radicalismo prima la sensación de que el rol de Daniel Salvador al frente del Senado bonaerense tiene cada vez mas sabor a poco y miran con preocupación y recelo como, en algunos casos, los funcionarios de Daniel Scioli tienen mejor llegada a los ministros, que los pocos hombres que la UCR logró ubicar en algún organismo.
En el ojo de la tormenta está nuevamente sobre la conformación del gabinete, que prácticamente se ha dividido entre ministros imprescindibles, como el de economía Hernán Lacunza, el de Trabajo Marcelo Villegas y el de gobierno Federico Salvai, y un grupo de funcionarios que podrían dejar sus respectivas carteras en cualquier momento, entre los que se cuentan Zulma Ortiz de Salud y Carlos Mahiques de Justicia, al que según algunos, hay que sumar también a Cristian Ritondo, titular de la cartera de seguridad.
Los radicales ven de nuevo con preocupación como un lugar que pretenden para si, la cartera de salud, les podría ser arrebatada por Ismael Passaglia, hombre del peronismo bonaerense e intendente de San Nicolás, que oficializó su pase a Cambiemos en los últimos días.
En el PRO saben que necesitan controlar territorios y creen que para eso no hay nada mejor que el peronismo. Es cierto que sus socios de la UCR ganaron en más de 40 distritos de la provincia, pero también es cierto que los “correligionarios” suelen tener dificultades para hacer pie en condiciones adversas y por eso la orden de los armadores en todas las secciones es buscar heridos del PJ que quieran subirse al tren del cambio.
Papelitos y papelones
La gobernadora apeló por estos días nuevamente a la “imagen corriente” para mostrarse cerca de los bonaerenses, en esta oportunidad compartió en las redes sociales una foto suya en una panadería “Como todos los años vine a comprar la rosca para el domingo de Pascuas a una panadería cerca de casa”, dice el mensaje.
Pero en una semana de coincidencias y no tanto, como la Pascua, el 40 aniversario del golpe cívico militar y la visita de Barack Obama a la Argentina, las redes sociales estuvieron más activas que nunca y en segundos cientos de internautas cuestionaron la acción de la funcionaria y le recordaron que hubiera sido un papelón tuitearla el año pasado cuando era vicejefa de gobierno porteño pero vivía en la provincia.
Sin ser un papelón, el episodio marcó los límites que tiene la estrategia vidalista para lograr empatía a través de las redes.
El verdadero papelón de la semana, además de los errores del protocolo en la visita del presidente norteamericano, fue el que protagonizó el intendente de Quilmes Martiniano Molina que en una conferencia de prensa convocada especialmente en el marco del 40 aniversario del golpe, confundió el centro de detención clandestino conocido como “El Pozo” de Quilmes, con un bache.
Más tarde el jefe comunal aseguró que no había escuchado bien la pregunta y dio una difusa explicación sobre su compromiso con los Derechos Humanos. “Mis viejos eran militantes en la época de los 70” dijo el cocinero, una suerte de versión propia de “tengo un amigo judío”.
El periodista que realizó la pregunta que descolocó a Martiniano, Carlos Taphanel explicó que se encontraba la suficientemente cerca como para que se entendiera correctamente la pregunta y remarcó que además de “el pozo”, también se refirió a “la ex brigada”, para que no queden dudas. El papelón fue completo.
¡Viven!
La marcha a plaza de mayo del 24 de marzo fue el escenario para la reaparición de del kirchnerismo en un terreno es el que se mueve como pez en el agua. Sin entrar en la discusión numérica, la realidad es que la plaza y sus inmediaciones estuvieron verdaderamente colmadas, en una nueva muestra no solo de la capacidad de movilización K, sino también de la amplia empatía que genera con movimientos sociales y organismos de derechos humanos.
Si bien es cierto que muchos de los ex funcionarios que formaron parte de la movilización tienen más expectativas que chances reales de encabezar la renovación interna del FPV, la presencia de todas las líneas internas, acompañadas por centenares de miles de manifestantes entusiasmó a todos y por supuesto que obligó a tomar nota a oficialistas y aliados.
La ausencia de Cristina Fernández de Kirchner en la plaza y en las primeras planas, le otorga además la cuota de misterio necesaria para elaborar desde teorías conspirativas hasta planes de retorno en 2017, en definitiva, le sirve a los K para seguir atrayendo los flashes.
Al que se lo vio muy cómodo, fue a Daniel Scioli. El ex gobernador confía en que a pesar de la derrota electoral en el ballotage, la confrontación de modelos durante la campaña y sobre todo la confirmación de las advertencias que había planteado sobre lo que podría ocurrir si ganaba Mauricio Macri, le allanen el camino para encabezar las listas el año que viene.
En el entorno del ex motonauta saben que el kirchnerismo de paladar negro no le permitirá pasar el filtro una vez más y por eso la estrategia es reforzar la imagen de dialoguista de Scioli y desde allí pararse por encima de las líneas internas, no solo del FPV, sino de todo el peronismo.
Confían en que el kirchnerismo no pueda y al massismo no le alcance, de esta manera, lo que hayan tendido puentes entre por lo menos algunas líneas internas de ambos espacios, multiplicaran sus chances de hacer su propio juego en la provincia.