LA PLATA, Agosto 18.-(Por Marisa Alvarez) Las primarias del domingo pasado en la Provincia no dejaron planteados demasiados misterios para las elecciones legislativas 27 de octubre. Con el 35% de los votos sobre el 29,6% que cosechó el candidato kirchnerista, Sergio Massa obtuvo una victoria más nítida de lo que muchos pronosticaban y, para no pocos observadores -e incluso para parte de la dirigencia del oficialismo-, casi irreversible.
Este fin de semana las primeras encuestas postprimarias indicaban un crecimiento en la intención de voto al Frente Renovador y caídas en la imagen de los gobiernos nacional y provincial.
Massa, con todo, aunque sabe que la victoria definitiva le quedó al alcance de la mano, pidió a la dirigencia de su sector “trabajar con prudencia” en la campaña hacia octubre, con el objetivo, “en primer lugar, de consolidar el caudal” ya conseguido.
EN BUSCA DE UNA VICTORIA MAYOR
En rigor, el massismo buscará aumentar en octubre la brecha con el oficialismo para terminar de pararse como el principal espacio de oposición.
El intendente de Tigre sabe que cosechó la mayoría de sus votos en la clase media y en los sectores que se definen como políticamente independientes, pero sus evaluaciones le dicen que logró perforar también el núcleo duro de adhesión al kirchnerismo. Dedicará, entonces, la nueva campaña a profundizar su inserción en ambos sectores y en particular en el sur del Conurbano, donde se concentra el voto peronista, a partir de los triunfos que ya obtuvo en dos distritos (Avellaneda y Lanús) de esa región.
El objetivo de fondo del massismo es ubicar una cantidad de representantes en la Cámara de Diputados de la Nación y en la Legislatura que le permita ejercer el papel de oposición con capacidad para influir en las decisiones que se tomen en esos ámbitos y que conviertan, por lo tanto, en permanente (por dos años, al menos) la victoria de un día.
Desde ya, lo confiese Massa o no en estos tiempos, el 2015 está anotado en su esquema de metas, aunque también sea cierto que ahora su prioridad se concentra en revalidar y ampliar el triunfo en octubre. No fue casualidad que de arranque -ya para las primarias-, los ejes de su campaña pasaran por asuntos que sólo se pueden resolver desde el gobierno nacional, como la inflación y el menoscabo que Ganancias les provoca a los salarios.
Concretamente, el massismo, por ahora un espacio acotado a la política bonaerense, aspira a convertirse después de octubre en una fuerza nacional que tenga base en el peronismo pero no se limite a esa fuerza política.
BUSCANDO CULPABLES
En el oficialismo, la derrota provocó reacciones disímiles, en un clima de preocupación y malestar.
Un signo de la caída del Frente para la Victoria es que, aunque algunos lograron esquivar el golpe, varios intendentes peronistas del Conurbano con caudal propio de votos vieron cómo sus listas de candidatos a concejales acompañaban a Insaurralde en la derrota.
Más temprano que tarde, se instaló así en el kirchnerismo la discusión de quién arrastró a quién a la derrota. Pero esta vez los intendentes reaccionaron antes de que desde el núcleo duro del kirchnerismo salieran a responsabilizarlos.
Entre lunes y martes, el gobernador Daniel Scioli habló telefónica o personalmente con decenas de intendentes, en especial con los que habían perdido. A todos les preguntó por los factores que, a su criterio, habían causado la derrota.
“La corrupción y la inseguridad”, resumió sin titubear el intendente ultra K de Avellaneda, Jorge Ferraresi. Con notorio poder de síntesis, el alcalde -uno de los que perdió el domingo- concentró las culpas en la Casa Rosada y la Gobernación.
Con matices, la mayoría de los intendentes adjudicó a las denuncias de los últimos meses sobre presuntos negociados con fondos públicos, y al violento accionar de la delincuencia en la Provincia, las razones centrales del vuelco mayoritario de los bonaerenses a opciones opositoras: siete de cada diez. Y rápidamente comenzaron a plantear -muy pocos en voz alta- la necesidad de definir una nueva estrategia de campaña para octubre.
Pero pidieron algo más: participación en esa definición, que debería incluir anuncios de medidas “para la clase media”. Los intendentes saben que el peronismo no gana sin la adhesión de ese sector social.
Por eso, profundizó la preocupación en ese espacio el único mensaje que pronunció la Presidenta desde la derrota. Como si le hablara a los intendentes quejosos, dijo que no habrá anuncios ni “promesas” y barrió con las expectativas de cambios en la estrategia.
Ocurre que, de repetirse en octubre el resultado de las primarias, el massismo no sólo tendría poder de fuego en la Legislatura sino que complicaría la mayoría que muchos intendentes tienen en sus Concejos y a la que suelen considerar -aunque no debería ser así en el juego limpio de la política- imprescindible para la gobernabilidad.
¿HACIENDO LA SUYA?
Lo cierto es que, en un clima de creciente malestar, el oficialismo se cubrió de rumores sobre la posibilidad de que no pocos intendentes peronistas apliquen su propia estrategia: repartir sus listas de candidatos a concejales con la lista al Congreso que encabeza Massa, en los barrios donde se impuso el Frente Renovador. Por lo menos tres intendentes massistas del Conurbano -Giustozzi, Acuña y De la Torre- habrían recibido “propuestas” en ese sentido de “pares” alineados en el FpV.
En la Gobernación, por su lado, desestiman que el crecimiento de la oposición en la Legislatura pueda complicar la gestión de la Administración provincial. Y miran más allá. Al 2015. Siguen pensando que, aún con una derrota en octubre, Scioli puede ser candidato presidencial en ese turno y confían -como el massismo- en que el PJ será la columna vertebral de esa postulación.(Fuente: EL DIA)