Por Maxi Pérez, corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura Bonaerense
No Veo
Rutas en mal estado, obra hidráulica inexistente, hospitales sin personal y con condiciones edilicias deficitarias, escuelas a las que se les caen los techos y servicios públicos deficitarios forman parte de “la pesada herencia” del sciolismo en la provincia de Buenos Aires, o al menos así lo manifiestan cada vez que pueden los ministros del gobierno bonaerense.
Lo que no estarían viendo los nuevos funcionarios trasplantados desde otras jurisdicciones, incluida María Eugenia Vidal, es que en territorio bonaerense y sobre todo en estas condiciones de ebullición con algunos sectores, el período de gracia de cualquier nuevo gobierno suele ser más corto y en el mejor de los casos estar atado a la suerte del gobierno nacional, cuando comparten signo político.
Esta semana anunciaron una jornada de paro y movilización los médicos nucleados en la Cicop, denunciando el abandono de los centros asistenciales de salud de la provincia, justo en momento en que empiezan a confirmarse casos autóctonos por ahora de dengue y Chikungunya, pero sin descartar la llegada del zika y con una advertencia de un probable brote importante para marzo.
Mientras tanto la ministra de Salud Zulma Ortíz celebra convenios para “exhibir” folletería preventiva en las farmacias, algo que puede contribuir a la lucha con las enfermedades, pero que está lejos de significar una muestra de trabajo serio en la materia.
No ve el gobierno que el 10 de diciembre pasado comenzó el tiempo de descuento y no el período de gracia. El fin de la segunda quincena de febrero, que marca el comienzo de la vuelta a casa para la mayoría y empieza a mostrar el humor con el que los bonaerenses encararemos el primer tramo del año es una luz de alerta y también una segunda oportunidad para que abran los ojos y entiendan que llegó el momento de actuar.
No Escucho
Dos meses atrás los gremios más combativos advertían sobre la “delicada” situación económica de los estatales en particular y de los trabajadores en general en territorio bonaerense, admitiendo que el problema era en gran parte producto de las desatenciones de la gestión de Daniel Scioli, sin ahondar en demasiadas explicaciones y exigiendo al gobierno entrante que corrija el rumbo.
Como ya dijimos, desde el Frente Cambiemos primero abonaron el argumento de la pesada herencia y luego buscando diferenciarse del gobierno peronista presentaron lo que iba a ser una amplia convocatoria a todos los sectores sociales y económicos que tendría coincidencia con el “Acuerdo Económico y Social” que Mauricio Macri promocionaba a nivel nacional.
El rigor de la gestión en un territorio complejo como la provincia o quizá un cambió de timón estratégico del presidente planchó ese llamado y los reclamos de las fuerzas vivas de Buenos Aires en lugar de encontrar oídos dispuestos, chocaron contra una pared en la última semana.
Incluso el sector docente, único que logró mantener en tiempo y forma la segunda reunión paritaria, y sin dudas uno de los que más sensibilidad genera en cercanías con el comienzo de clases fue ignorado al presentar su pedido, no solo de aumento salarial, sino de mejoras edilicias y de condiciones laborales en general.
“Pudimos escuchar lo que querían” había destacado el ministro de Economía Hernán Lacunza, tras el primer encuentro con los maestros. La sensación general fue que el gobierno llegó a la reunión con la decisión de no escuchar o en el mejor de los casos de hacerlo parcialmente.
No Hablo
El emblemático “Queremos preguntar” que Jorge Lanata planteara como lema en la batalla mediática contra el kirchnerismo, se convirtió ya desde el año pasado en un elemento en sí mismo para el macrismo a la hora de pensar sus estrategias de comunicación.
En ese sentido la revolución de la alegría llegaría con globos, pero también con conferencias de prensa, sin cadenas nacionales y con una distribución de la pauta publicitaria más equitativa para todos los medios.
En este punto si las diferencias entre nación y provincia durante la gestión anterior fueron notorias, mientras que Cristina Fernández de Kirchner concentró prácticamente todos los anuncios y detalles de los planes de gobierno, Scioli repartió un poco más la agenda entre sus ministros, en un intento por multiplicar la comunicación de gestión.
En esta nueva etapa, ya desde la asunción de los ministros bonaerenses, se notó un cambio sustancial que aparentemente iba a seguir esta lógica: La gobernadora haría los anuncios y presentaría el “trazo grueso” de las políticas a implementar y luego sus colaboradores brindarían los detalles y pormenores en cada caso.
Pero desde hace 15 días en tarea prácticamente imposible mantener diálogo periodístico con Vidal, incluso para escucharla hablar de los anuncios en abstracto. Entre los hombres de prensa se multiplican las broncas por la imposibilidad de entrevistar a la mandataria, llegando al extremo ridículo de la última semana en dónde fue más fácil verla haciendo las compras en el súper que hacerle dos preguntas en cámara.
A apenas dos meses se asumir, este cambio en algunas de las líneas de acción que habían sido presentadas con bombos y platillos luego del triunfo, empiezan a configurar un terreno fértil para la bronca de algunos y para las especulaciones políticas de otros.
Una de las más fuertes y que tendría consecuencias estridentes en las próximas semanas no tiene que ver con los trabajadores, los empresarios o los movimientos sociales, sino con el fino equilibrio que viene sorteando el gobierno tras la decisión de Vidal de no ver, ni escuchar, ni hablar con sus principales socios del radicalismo. De no mediar un cambio el Panorama dentro de un par de semanas estará dedicado exclusivamente a la información de este último párrafo.